Antiguamente proteger todos nuestros datos personales no era tan complicado. Al final, cada uno disponíamos de ellos de manera individual, y si decidíamos cederlos era de manera directa, sabiendo a quien los cedíamos y para que fin.
Con la llegada de internet, nosotros mismos fuimos volcando toda esa información personal en la red, hasta llegar al día de hoy.
Hoy, de manera tanto directa como indirecta, volcamos en la red todos nuestros datos personales, así como información sobre nuestros gustos, aficiones, preferencias, contactos…
Estos paquetes de información se exponen cada día a internet tanto de manera individual como corporativa. Todos los días alguna nueva empresa o individuo se suma a la revolución digital.
En un principio, todos estos datos no significaban nada aparentemente, pero poco a poco las empresas e instituciones empezaron a darse cuenta de que podían utilizar todos esos datos en su propio beneficio. Toda esta cantidad de datos significaban la oportunidad de conocer a las personas y poder organizarlas por targets, para así, crear campañas específicas para cada grupo en función de sus gustos o simpatías. Consiguiendo así, incluso, persuadirles.
La preocupación real por como se estaban utilizando nuestros datos y la seguridad de la información, surgió hace ya unos años, pero la preocupación cogió más fuerza tras las elecciones de Estados Unidos de 2016.
En 2015, la administración Trump contrató a una empresa de marketing para llevar su campaña de cara a las elecciones de 2016. Esta empresa, llamada Cambridge Analytica, manejaba millones de datos personales y corporativos a través de RRSS y diferentes ganchos en la red. La empresa supo dividir todos esos datos en grupos, y lanzarles así mensajes personalizados en función de sus posiciones políticas, consiguiendo así reforzar sus convicciones o empujarles a simpatizar con la política de Trump.
Un usuario denunció la utilización de sus datos para favorecer la campaña de Trump y demandó a la empresa. El usuario nunca llegó a recuperar sus datos, pero impulso un sentimiento de inseguridad de los usuarios ante la explotación de sus datos sin ningún tipo de regulación. Dio pie a un movimiento para que los datos en la red se recocieran como un derecho fundamental, y que en ningún caso se utilizaran de manera persuasiva y sin permiso explícito.
Nuestros datos, tanto a nivel corporativo como a nivel individual, constituyen la mejor arma que todas las instituciones y empresas tienen para persuadirnos. Saber cuales son nuestros derechos como usuarios nunca había sido tan importante para protegernos.
¿Leer los términos y condiciones de uso cobrará ahora la importancia que merece?
Patricia Casas, Communication department y tutora E-learning.
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