La pasada Semana Santa, junto con mi amiga Elena decidimos ir de vacaciones al norte de España, concretamente a Asturias. Era un viaje organizado, una aventura en autocar que nos llevaría a visitar las maravillas de esta región. Íbamos con el objetivo de recorrer paisajes impresionantes y a degustar la gastronomía local.

Subimos al autocar en Madrid a primera hora de la mañana, era una jornada soleada que prometía ser perfecta. El autocar era bastante cómodo y durante todo el viaje, nos iban a acompañar la conductora, Laura, y la guía, Ana, dos profesionales que nos recibieron desde el primer momento con una sonrisa. La guía nos dio una breve introducción sobre el itinerario del viaje y las paradas que iríamos haciendo a lo largo del recorrido.

El trayecto transcurría de manera placentera, con Ana narrando historias interesantes sobre los lugares que íbamos a visitar, con detalles históricos y culturales. Laura, a su vez, nos daba detalles curiosos sobre diferentes sitios. Hicimos una parada para desayunar en un área de servicio, donde aprovechamos para estirar las piernas y tomar un refrigerio. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que, a mitad de camino, algo inesperado ocurrió.

De repente, el autocar comenzó a vibrar de manera extraña y escuchamos un sonido fuerte procedente de la parte trasera. Laura, la conductora, mantuvo la calma y nos informó rápidamente de que tenía que detenerse para revisar lo que sucedía. Aparcó en el arcén de forma segura, siguiendo los procedimientos generales de seguridad vial para evitar cualquier accidente.

La calma y determinación de Laura nos transmitía confianza y tranquilidad. Tras unos minutos, Laura regresó con la noticia de que una de las ruedas parecía estar dañada. Nos explicó que tendría que proceder con el protocolo de evacuación para garantizar nuestra seguridad, y de esta manera organizó la evacuación con eficiencia. Salimos del autocar ordenadamente y nos mantuvimos en un lugar seguro, lejos del tráfico. Tanto Laura y Ana, estaban preparadas para cualquier situación, nos mostraron donde estaban los botiquines de primeros auxilios y cómo actuar en caso de emergencia.

Mientras esperábamos la llegada del servicio de asistencia en carretera, Ana aprovechó para gestionar la situación de los viajeros. Utilizó sus conocimientos para asegurarse de que todos estuviéramos cómodos y bien informados. Nos explicó los pasos a seguir y nos dio actualizaciones constantes sobre el progreso del servicio de asistencia. Además, improvisó algunas actividades para mantenernos entretenidos.

Al final, el servicio de asistencia en carretera llegó y reemplazó la rueda dañada. El resto del trayecto transcurrió sin incidentes, y finalmente llegamos a nuestro primer destino en Asturias, Oviedo. Ana nos guio por las calles empedradas, contándonos historias sobre la catedral y los monumentos históricos, así como detalles sobre la arquitectura y las tradiciones locales. Consiguió que sintiéramos la singularidad de cada lugar.

Durante los días siguientes, exploramos más lugares impresionantes de la denominada “Tierrina”, desde los Picos de Europa hasta las playas vírgenes de la costa. Visitamos pequeñas aldeas con encanto, probamos sidra artesanal y disfrutamos de su gastronomía local.

Un día, mientras estábamos en Cangas de Onís, ocurrió un incidente.  Cuando ya habíamos finalizado la ruta, Jesús, un compañero comenzó a sentir un dolor agudo en el pecho y dificultad para respirar. Laura actuó de manera inmediata, demostrando sus conocimientos en primeros auxilios. Primero, hizo que se sentara y lo mantuvo calmado, asegurándose de que respirara profunda y lentamente. Luego, evaluó la situación preguntándole sobre cualquier condición médica preexistente y si estaba tomando algún medicamento.

Ana, por su parte, coordinó con el resto del grupo para que se mantuvieran tranquilos y alejados, creando un espacio seguro alrededor del afectado. Laura utilizó sus conocimientos para realizar una evaluación rápida del pulso y la respiración de Jesús, asegurándose de que permaneciera consciente y alerta. Al ver que los síntomas no mejoraban, decidió que era necesario pedir asistencia médica urgente.

Mientras esperábamos la llegada de la ambulancia, Laura continuó hablando con Jesús para mantenerlo consciente y calmado, evitando que entrara en pánico. Cuando el personal médico llegó, Laura les proporcionó toda la información sobre los síntomas y las medidas que había tomado. Gracias a su rápida intervención y conocimientos en primeros auxilios, Jesús fue atendido de inmediato y llevado a un centro médico para una evaluación más completa. Al final, todo se quedó en un susto y Jesús estaba bien, lo que nos permitió seguir disfrutando de nuestra aventura con tranquilidad.

El viaje continuó con más aventuras y momentos increíbles. Visitamos la Reserva Natural de Muniellos, donde disfrutamos de una caminata por uno de los bosques de robles más grandes y antiguos de España. Exploramos las cuevas prehistóricas de Tito Bustillo, quedándonos maravillados con las pinturas rupestres. Cada experiencia estaba llena de aprendizaje y descubrimiento.

En el viaje de vuelta a Madrid, Ana y Laura organizaron un juego de preguntas y respuestas para hacer más ameno el trayecto. Su profesionalismo y su capacidad para gestionar situaciones adversas habían convertido un viaje con diferentes desafíos en una experiencia memorable y enriquecedora.

En resumen, en este viaje a Asturias, tanto nuestra conductora como guía, demostraron cómo los conocimientos y habilidades pueden marcar la diferencia en la experiencia que tenemos los pasajeros. Gracias a su dedicación y profesionalismo hicieron que nuestro viaje fuera una experiencia inolvidable. Ahora, valoramos mucho contar con profesionales capacitados y comprometidos.

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