La palabra crisis nos persigue a lo largo de toda nuestra vida. Desgraciadamente, en los últimos años y en el propio discurso de la vida cotidiana, nos vemos superados por crisis económicas, sanitarias o simplemente emocionales. En el transcurso de estos 15 años se han concentrado gran variedad de ellas. Por solo hacer mención de algunas, podemos hablar de la terrible crisis financiera que hemos vivido, cuyas consecuencias han sido devastadoras tanto a nivel económico, como social. Ahora atravesamos una crisis sanitaria sin precedentes que nos ha obligado a replantearnos nuestra realidad y forma de vida.
as crisis son muchas veces inevitables; por ello, es importante aprender a lidiar con situaciones que nos llevan al límite o nos sobrepasan. Tanto con nosotros mismo, como con los que nos rodean. Ser asertivos cuando nos comunicamos con los demás, mostrar una escucha activa y tener una actitud empática son algunos de los recursos que tenemos a nuestro alcance y que nos ayudan a comunicarnos de manera eficiente y cercana en situaciones de crisis.
Ante una situación en la que nuestro cuerpo y mente perciben como una amenaza, vamos creando respuestas a base de ensayo y error. Nuestra personalidad cuenta con distintos mecanismos de defensa para afrontar estas situaciones de emergencia. Algunos ejemplos de estos mecanismos pueden ser el retraimiento, mediante el cual nos alejamos de una realidad que no somos capaces de entender, la negación o la racionalización, donde intentamos buscar una razón lógica a lo que nos está pasando.
En el ámbito de la intervención social, es básico conocer los protocolos de actuación ante las diferentes reacciones que se pueden presentar en situaciones de crisis. Sin embargo, no sólo es útil conocer estas estrategias si trabajamos en el ámbito social o sanitario. ¿Cuántas veces durante nuestra vida podemos encontrarnos nosotros mismos o algún familiar o amigo ante una crisis? ¿Cuántas veces hemos dudado porque no sabíamos qué hacer ni cómo actuar ante estas situaciones? En nuestra vida diaria, tener estrategias y mecanismos de defensa para afrontar situaciones complicadas es fundamental para tener una buena salud mental. Aunque no seamos profesionales, en nuestro ámbito más cercano, conocer los protocolos oficiales nos permite saber actuar o saber qué no debemos hacer si nos encontramos ante una situación de emergencia en la que podamos ser de ayuda para los profesionales que intervengan.
En los momentos complicados somos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos. Ya hemos visto oleadas de solidaridad para poner nuestro granito de arena ante la emergencia sanitaria del COVID-19, por lo que es evidente que en nuestra personalidad va intrínseca la necesidad de ayudarnos los unos a los otros. Por todo ello, y al igual que con los cursos de primeros auxilios, es necesario saber cómo afrontar estas situaciones y qué caminos son mejor tomar y cuáles no dependiendo de las circunstancias. La inteligencia emocional y la asertividad son siempre claves en esta labor y requieren de un trabajo y actualización continuo.
Raquel Miranda, trabajadora social y profesora de Apoyo psicológico y social en situaciones de crisis en Grupo Colón-IECM

Sin comentarios aún

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías